Las relaciones entre Kylian Mbappé y el entrenado Tuchel cada día están peor, las constantes sustituciones han llenado la copa del jugador que muestra su enfado y descontento por sus salidas ante Montpellier, el Nantes, por su parte el estratega ha dicho que es él quien toma las decisiones y declaró yo soy el entrenador, no Mbappé.
El disgusto del jugador es porque con sus salidas le quitan la posibilidad de ser el mejor jugador del mundo y la de conseguir el Balón de Oro, por ello amenza con su salida, lo cierto es que hay fricciones y el club debe tomar una decisión radical ya que esta clase de jugadores son malas influencias para los demás por el simple hecho de creerse los dioses y las vedettes todos tienen que agachar la cabeza y rendirle pleitecia ante su presencia.
Bien se dice el que manda, manda aunque mande mal, y si no le gusta, el club con dolor del alma tiene que buscarle rumbo, y erradicar este tipo de comportamientos y personas pero desafortundamente los directivos alcahuetean esta pataletas y les dan vía libre para que sigan con su berrinches, hay que esperar a ver como el club se arrodilla ante la gran figura.