Alfredo Morelos, no para de que hablar, esta vez fue víctima de racismo por un grupo de seguidores en partido entre el Rangers y el Celtic.
El jugador provoca a la afición con sus celebraciones y esto le ha ocasionado expulsiones innecesarias perjudicando a su equipo, un jugador explosivo, que no mide sus acciones y no tiene en cuenta las consecuencias.
A estos se les tiene que trabajar la cabeza ya que viene de recibir ordenes de técnicos que tienen los malos hábitos de salir al terreno de juego a sacar partido y ganar como sea.
Además trabajarle su carácter, su temperamento y enrumbarlo para que cambie, que tome conciencia que estas niñerias a nada lo llevan, por el contrario se hace tomar fastidio y repulsión, y su hoja de vida queda marcada por ser un jugador que no tiene poder de control, no tiene dominio propio y responde a sus emociones sin importar las consecuencias.