Sebastián Villa, después del escándalo violencia de género contra su expareja Daniela Cortes, y condenado a dos años y un mes de prisión condicional en Argentina y que tiene otra denuncia en marcha por el mismo motivo, ahora el jugador se encuentra en la ciudad de Arrecife, España.
Ante el hecho, el cuadro Boca Junior prendió las alarmas y dijo que demandará al jugador ante la FIFA por rescindir unilateralmente el contrato.
El jugador habría tomado tal decisión rescindir el contrato porque el equipo no le permitía entrenar ni hacer parte de la plantilla.
El club boquense aseguró que el jugador sí tenía permiso para entrenar en las instalaciones del club, pero fue Villa quien no quiso ir a la sede a seguir en forma en caso de que los Xeneizes volvieran a contar con sus servicios.
Leonel Gancedo, entrenador de Lanzarote de la quinta división del fútbol español, manifestó, Somos un club amateur, con respecto a Sebastián villa, tengo buena onda con los representantes del jugador, sabía que venía este fin de semana a pasar unos días aquí en Islas Canarias, vino por el fin de semana a la isla y le ofrecimos moverse un poco con el equipo.
Conozco a sus agentes, Sebastián Villa se bajó del avión y quiso entrenar, moverse un ratico. Bienvenido poder darle el lugar a una estrella del fútbol mundial y con tanta jerarquía. Él está muy bien y para mí es una alegría.
Ahora comienza la disputa entre el jugador y cuadro boquense, al margen de lo que traten las partes dirimir el asunto, lo que no se puede entender como una persona que ha sido juzgada y sentenciada por un delito, aunque sea con prisión domiciliaria, puede salir del país.
Al parecer la justicia argentina no le preocupa este tipo de violaciones, porque si el escándalo, el bororó, no lo hubiera iniciado el equipo, la justicia ni siquiera se ha dado por enterada.
Si las cosas de justicia son así en el pueblo gaucho, no está por demás que muchos busquen penas menores para evitarse la prisión y poder andar bien campantes y tranquilos por el mundo.
Hay que esperar en que termina este novelón y la cojera de la justicia argentina.